APARIENCIAS

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Hace muchos años ocurrió un episodio del que guardo memoria, porque me resultó de una gran enseñanza, siendo tan joven como era.

Se presentó ante mí una persona de humilde condición o al menos eso fue lo que pude advertir por la forma en que estaba vestido y por la forma en que se comportó.

Mi jefe, de malas maneras levantó la voz para decirme que dejara de perder el tiempo y que hiciera mi trabajo. El visitante escuchó lo mismo que yo.

Un par de horas más tarde, este hombre regresó para realizar una importante operación de la que circunstancialmente estaba a cargo.

Mi jefe entonces decidió atenderlo pero el visitante se negó rotundamente a hablar con él. Le dijo en forma categórica: Como es un mal educado, no quiero tener el menor trato con Ud.

Razón por la cual terminé la operación, que resultó muy satisfactoria. En la despedida lo acompañé hasta la puerta principal y entonces me dijo: Aprenda de lo que ha pasado, porque quién se lleva por las apariencias se puede equivocar y mucho…

Repasando el episodio, es inevitable pensar en Jesús, en donde nació, como fue su infancia, su juventud y madurez. Muchos lo juzgaron y lo valoraron por su apariencia.

Pero hubo quienes no tuvieron en cuenta lo que sus ojos veían y supieron comprender que tenían ante sí, nada menos que al Hijo del Hombre, en quién se cumplían todas las profecías del Antiguo Pacto.

No juzguemos con nuestros ojos. Juzguemos con la Sabiduría que solo el Espíritu nos puede dar.

Juan 14:26

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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