El Eterno nos reclama constantemente que nos esforcemos en estudiar su Palabra, para que podamos comprender que significa que hayamos sido elegidos para ser sus hijos.
Como siempre en la Biblia encontraremos advertencias que son directas y que revelan como Dios detesta el pecado pero no deja de amar al pecador para que nos podamos arrepentir y ser perdonados.
Esta Verdad es la que debemos de tener siempre en cuenta para que en los momentos de duda, sepamos que nuestra condición de creyentes nos obliga a ser drásticos en nuestras decisiones contra la maldad.
En estos tiempos se habla de ser contemplativos y no radicales, de ser prudentes y no osados, de ser tolerantes y no ser decididos en la actitud contra el pecado.
Esto es lo que está ocurriendo a nuestro alrededor por lo que es fundamental que no caigamos en ese clima que está ensombreciendo la resplandeciente Iglesia del Señor.
Cada vez que tenemos una actitud de claudicación frente al mundo a causa de la tolerancia explícita o implícita con el pecado, estamos abriendo las brechas en lo personal y en la propia congregación a que pertenecemos.
Es hora de apartarnos del pecado, que también supone apartarse de las doctrinas que supuestamente están inspiradas en la Palabra de Dios. Es hora de integridad y no de permisividad.
Salmos 34:14
Diego Acosta García
