Cuando mencionamos el nombre de Jesús, decimos que es el Nombre sobre todo Nombre!
Pero, verdaderamente tenemos seguridad en lo que estamos diciendo?
El propio Jesús tuvo gestos y afirmaciones que ponen de manifiesto su Autoridad, una Autoridad que no provenía de hombre ninguno.
Los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos llegaron hasta el Hijo del Hombre para preguntarle quién era el que le había dado autoridad.
Esta pregunta encerraba el manifiesto propósito de acusar a Jesús de blasfemia, según fuera su respuesta, que indudablemente tenía que estar relacionada con el propio Dios.
A los líderes religiosos todavía les impresionaba la forma en la que Jesús había limpiado el Templo ya que se había convertido en cueva de ladrones, aludiendo a quienes compraban y vendían.
Reflexionando sobre estos acontecimientos bien podemos concluir que la Autoridad de Jesús solamente proviene del Padre.
Si no fuera así los religiosos judíos no hubieran puesto tantos reparos para tratare de saber en nombre de quién obraba Jesús.
En nombre de quién hacía milagros prodigiosos y de donde provenía el profundo respeto que había demostrado Juan el Bautista hacia su persona.
Tengamos esto siempre presente cuando mencionemos el nombre de Jesús!
Cuando lo invoquemos para llegar hasta el Padre o cuando en su Nombre debamos actuar contra los demonios y proclamando sanidad.
Las dudas sobre la Autoridad de Jesús no son admisibles entre quienes nos llamamos sus seguidores. Si dudamos nunca tendremos el valor necesario para hacer lo que ÉL nos demanda.
Tanta es la Autoridad de Jesús, que solamente ÉL se puede negar a decir de donde proviene.
Lucas 20:8
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira