Hemos leído la historia real de una persona que siendo uno de los hombres más ricos del mundo, buscó aumentar la fantástica cantidad de dinero que tenía para convertirse en el número uno y en poco tiempo lo perdió todo.
Es evidente que no corresponde juzgar los hechos. Pero sí los podemos tomar como referencia sobre las cuestiones relacionadas con el dinero y de las que nos enseña la Palabra de Dios.
Cuando le concedemos el primer lugar en nuestra vida al dios mammon pueden ocurrir historias como estas. Historias donde resulta inaudito hasta dónde nos puede llevar la avaricia.
No es el caso de que haya cometido acciones contra otras personas como ha ocurrido en otras ocasiones, simplemente ha sido él y lo que tenía en su corazón.
Por lo tanto tengamos bien presente la enseñanza bíblica. El dinero tiene el valor que le demos y nos puede resultar útil para cubrir nuestras necesidades.
Cuando permitimos que el supuesto poder que otorga nos controle, verdaderamente lo estamos convirtiendo en nuestro soberano y como todos los dioses son implacables en cobrarnos lo poco que nos dan.
Reflexionemos sobre esto y no juzguemos. El dinero lleva cautivos a los que confían en él. La única libertad posible es la que nos concede el Señor con la Verdad.
Eclesiastés 5:10
Diego Acosta García