Uno de los grandes genios de la música, estaba sordo cuando compuso una obra fundamental: La Novena Sinfonía.
Obviamente estaba sordo, cuando la estrenaron. En medio de la apoteosis que produjo su presentación en Viena, no pudo disfrutar del placer de oír su música. Ni de escuchar los halagos de los aplausos.
Muchas veces he pensado en esta situación, que además de históricamente cierta, es dolorosamente cierta también para quién fuera su protagonista.
Por qué habrá ocurrido esto en la vida de uno de los compositores más importantes de todos los tiempos?
Alguna vez escuché, que había glorias que eran tan grandes, que eran demasiado para un hombre solo.
Por mucho que se ha especulado sobre el tema, no hay una explicación que sea aceptable, en ninguno de los sentidos.
Entonces, me volví a preguntar, por qué ocurrió?
Y vino a mí la reflexión relacionada con la obra de Dios sobre las personas. Sobre el conocimiento que solamente ÉL tiene de cada uno de nosotros, las joyas de su Creación.
Sabiendo esto, el Supremo permitió que todo el grandioso talento que había derramado sobre el músico alemán, fuera capaz de crear, aún en la más nefasta de las circunstancias.
Hay algo peor para un músico que estar sordo?
Pero aún así escribió una obra cumbre. Fue posible, creo por la Gracia de Dios, que no dejó que un impedimento del cuerpo físico, fuera obstáculo para que otros hombres disfrutáramos de una música maravillosa.
Y sigo pensando: Y Beethoven? Tal vez el Todopoderoso lo protegió de su propio éxito.
Cuando pensemos en lo que ocurre, siempre recordemos que el Creador, está en el control de todo. Y de todos!
Job 36:22
Diego Acosta / Neide Ferreira