En los tiempos complejos que vivimos muchas personas apelan a los más variados recursos, para encontrar elementos que los ayuden a resolver sus grandes interrogantes.
Resulta evidente que uno de esos recursos es apelar a cualquier forma de idolatría. Aún a las más sorprendentes y estrafalarias.
Precisamente la idolatría es uno de los cinco ayes que pronuncia Jehová en su respuesta a Habacuc con relación a los caldeos y su maldad.
Podríamos decir, con relación al mundo y su maldad!
Haciendo nuestra la respuesta del Omnipotente, podríamos hablar de todo lo que hacemos los hombres de este tiempo y la respuesta que nos daría si un profeta interviniera ante ÉL.
De una manera impresionante el Eterno descubre que es en verdad la idolatría, funesta obrando sobre los hombres, porque nos hace perder cualquier forma elemental de raciocinio.
Declara el Todopoderoso: La estatua muda de fundición que enseña mentiras, en las que su hacedor confiará, a pesar de que no es más que su propia obra.
Es tan tremendo lo de la idolatría, ya que los hombres en nuestra torpeza, fabricamos ídolos sabiendo que están hechos de elementos materiales, para luego buscar en ellos respuestas espirituales.
El absurdo llevado a una expresión tan mayúscula como grotesca!
Es como decir al ídolo que creamos: Despiértate! Y a una piedra: Levántate!
Por esta razón Jehová indica a Habacuc quién es ÉL, el Único que puede sentarse en el Santo Trono. Y ante ÉL todo el mundo debe callar en señal de obediencia, en señal de humildad.
Estamos advertidos!
No serán nuestros propios falsos ídolos quienes nos darán respuestas.
Solamente el Eterno nos contestará!
Habacuc 2:18-20
Diego Acosta / Neide Ferreira