Casi a diario estamos dando y recibiendo mensajes dirigidos a recordar la necesidad de CAMBIAR, de ser hombres y mujeres nacidos de nuevo.
Y esto es inobjetable desde la perspectiva bíblica, siempre y cuando lo hagamos en la dirección y el sentido correctos.
Sabiendo que tenemos que cambiar, lo importante es dar los primeros pasos, que son siempre los más dificultosos porque nos enfrentan con nuestro pasado.
E incluso nos enfrentan con algunos aspectos de nuestra vida anterior, porque no solamente no nos disgustan, sino porque son francamente de nuestro agrado.
Por estas razones, cuando observé la fotografía de una persona sacando o cambiando las letras que identifican un teclado, me quedé pensando si lo que hacía, era bueno o era malo.
Muchas veces cuando tratamos de cambiar, lo único que hacemos es utilizar las mismas cosas y ponerlas en distintos sitios.
Pero siguen siendo las mismas costumbres, las mismas prácticas, solamente que ahora ocupan lugares diferentes en nuestra vida.
En realidad nada ha cambiado, todo sigue siendo lo mismo. Incluso aunque las hayamos cambiado de lugar siguen siendo perfectamente identificables.
Esta es la razón por la que alterando las letras de un teclado, es casi seguro que con una cierta práctica, podamos escribir la letra A, aunque esté identificada, con la F, por ejemplo.
Delante de Dios estas cosas no tienen ninguna validez. El cambio verdadero, es aquel que se advierte desde el interior hacia el exterior.
Si no mudamos nuestro corazón, podremos cambiar nuestros modos e incluso la apariencia, pero seguiremos siendo los mismos.
Y el Eterno no acepta simulaciones!
Gálatas 4:20
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira