CANSANCIO…

CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO

 

Estoy cansada.

Todos los días llegan a mis oídos, manos y conocimiento noticias que me causan cansancio. En esos momentos, anhelo las cosas que no se ven.

El ser humano se cree “cool” y no sabe que es “fool”. Esta sociedad amante de lo visible y previsible, de lo palpable, pero tan ciega como su propia justicia, me causa un enorme cansancio.

También me llena de tristeza, cuando pienso en amigos, conocidos e incluso hermanos, mis ojos se llenan de lágrimas, no puedo evitarlo. Es ese sentimiento de impotencia que me invade cuando veo la decadencia. No puedo evitar de preguntar: ¿hasta cuándo?

Estoy harta de la inmundicia que me rodea. El olor impregnado de carne putrefacta y nauseabunda me da ganas de echar fuera lo que llevo dentro. No puedo mirar, no puedo soportar esa realidad repugnante. El mayor holocausto jamás visto, todos caminando en unísono como ovejas al matadero.

¿Hasta cuándo, Señor?

Conozco mi problema. Soy consciente de lo que me pasa. He conocido la hermosura. Tengo que reconocer que desde que la he conocido, no puedo apartarme de ella. Me cuesta respirar si no la tengo a mano.

Contemplar… necesito elevar mis ojos y admirar, maravillar, sentir que me rodea, abraza, observa… y que me ama. Ese perfume, conozco su perfume. Esa mirada, ¡cómo es posible tanto amor!

Sus palabras.

Derriten todo hielo, destruyen toda barrera, dividen emociones. Son momentos de refugio, de consuelo. Mi alma descansa, pierde toda la gravitad, y vuela… Amo. Quedo sin palabras, todo es poco e inadecuado. Mi interior se llena de melodías, palabras incomprensibles cargadas de significado. Plenitud.

No quiero apartarme de ti, Hermosura, te necesito, Sabiduría, háblame y te oiré. Tus palabras me dan vida, tanta que deseo compartir. Es como aceite precioso sobre mi cabeza que desciende por mis manos y baja hasta mis pies.

¡No, hermanos! ¡No es por ahí!

¡Mirad el camino! ¡Es verdad! ¡Aquí tendréis vida!

¡Buscad lo que es puro! ¡Lavaros!

¡Elevad vuestros ojos, de ahí viene el socorro!

¡Por alto precio hemos sido comprados!

 

¡Somos libres!

Descansa, alma mía.

¿Por qué te abates dentro de mí?

Espera en Dios, tu salvación.

 

Hubiera yo desmayado si no creyese que veré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Salmos 27.13

 

Salma Ferreira

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