Casualidad es probablemente una de las palabras que más he repetido durante muchos años de mi vida. Y también una de las que más he escuchado.
Qué casualidad! Es una expresión tan común como indescifrable!
Decimos que es común por su uso reiterado ante las circunstancias más inesperadas y decimos que es indescifrable, porque si nos atenemos a su significado, cada vez que la usamos… no explicamos nada.
Recuerdo que en varias ocasiones tratando de encontrarle un sentido a determinadas situaciones, me preocupé en saber el significado de la palabra.
Y la definición no resultó tan aclaratoria como esperaba, porque habla de circunstancias que no se pueden prever ni evitar.
Lo cierto y lo concreto es que esta palabra definió durante muchos años a mi vida. Todo era casual y por lo tanto sin ningún sentido.
Todo cambió desde el momento en que reconocí a Jesús luego de más de cincuenta años de grandes errores y pequeños aciertos.
Muchas veces tratando de justificarme más que de explicarme, advertí que atribuir a la casualidad lo que ocurre es verdaderamente una tontería asombrosa.
Como es posible que le hayamos atribuido a la casualidad todo lo que nos ha ocurrido? O todo lo que nos ocurre?
Este es un rasgo de la personalidad de los hombres, que casi nos define: Somos capaces de vivir atribuyendo a la casualidad lo que nos sucede y no somos capaces de admitir que todo es producto de la Voluntad de un Ser Superior: Dios.
Con el Eterno no hay casualidades. Con el Todopoderoso hay decisiones!
Oremos para no ser necios y entender esta Verdad!
Apocalipsis 1:5
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira