Sorprende como uno de los hechos más comentados de la historia, sea en realidad una suma de episodios que además de no ser explícitos son contradictorios entre sí. Nos referimos a la Guerra de Troya, mencionada por el escritor Homero, a quién inicialmente se le atribuyeron textos que forman parte de la antología: La Ilíada y La Odisea. Sin embargo desde tiempo, su autoría está en duda e incluso se menciona que podrían ser dos los escritores y no uno solo. A pesar de estas dudas las dos obras de Homero, son consideradas las bases de la épica greco latina y por la misma razón de la literatura de Occidente.
La Guerra de Troya, se podría haber librado en los siglos XIII o XII a.C., quedando como único dato cierto el de la existencia de la ciudad que se levantaba cerca de Anatolia, en el estrecho de los Dardanelos, en la actual Turquía. Este es un paso clave para la comunicación con el Mar negro.
Concretando se podría decir que lo que la mayoría de las personas creen y dan por cierto, ni tiene bases creíbles y están rodeadas por la incertidumbre total.
Ni siquiera su autor, Homero, se libra de todo este clima de datos que de ninguna manera pueden comprobarse. Por citar solo uno: El lugar de nacimiento de Homero, es solo un ejemplo de lo que comentamos. Son al menos diez los lugares que históricamente han reclamado para sí que fueron la cuna natal del escritor.
A pesar de todo, creemos!
Pero que ocurre con la Biblia?
Muchos la consideran un mero libro de historia, la suma de fábulas desmesuradas o también un increíble libro de cuentos.
La Biblia, no solo es fehaciente en todo lo que expone, no se contradice, sino que a lo largo de la historia ha sido una fuente de comprobación de hechos ciertos. Tanto, que la moderna arqueología, sigue buscando sitios o lugares, que son mencionados en el Texto, pues le asignan la más total y absoluta seriedad.
Otros creemos que es la Palabra de Dios. Que es lo concreto y verdadero. Entonces nos hacemos una única pregunta: Por qué hay personas dispuestas a creer historias que nadie ha podido comprobar y no son capaces de aceptar la Biblia?
La respuesta, tal vez nos incumba a cada uno de nosotros, con el mandato de Jesús de predicar el Evangelio.
Diego Acosta
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