CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO
PASION
Cuando voy por la calle me gusta fijarme en las personas que me cruzo, en muchos casos imagino sus vidas por gestos, por miradas, por palabras que pronuncian. Si miramos a las personas detrás de la máscara, debajo de los ropajes, por encima de las apariencias veremos la verdadera realidad de un corazón que palpita angustiado, con temores, con desesperación, que vive en soledad, que no sabe que va a ser de su vida que vive con inseguridad. Si miramos a los seres humanos que viven y transitan a nuestro alrededor con los ojos del Padre, entonces entenderemos la Pasión de Cristo por las almas que se pierden, entenderemos porque aún sabiendo que no somos merecedores dio su vida por nosotros.
Usamos con mucha ligereza la palabra pasión, “este amor es apasionado, me apasiona éste cantante, me apasionan los helados, siento pasión por viajar a……” pasión, pasión, pasión
En el diccionario de la Real Academia Española el significado de pasión viene definido de la siguiente manera: Pasión: Acción de padecer, por antonomasia pasión de Cristo, después hay diferentes definiciones pero me quedo con ésta porque es la principal, pasión significa PADECER, ¿entonces? ¿padezco por éste amor? Pero ¡si cuando nos enamoramos estamos felices! ¿padezco por un cantante? ¿ padecemos por un helado? ¡Con que ligereza usamos la palabra pasión!
Nos falta Pasión por Cristo, Él la tuvo por nosotros por eso fue apresado, azotado, juzgado, escupido, cargado con una cruz y crucificado. Nunca podríamos pagarle todo lo que hizo por nosotros. Es imposible. Tampoco necesita que nosotros en agradecimiento una vez al año cuando llega la semana santa imitemos todas estas cosas, como tienen por costumbre algunos. Él quiere que aceptemos el reto de ser testigos suyos, que llevemos el mensaje a toda criatura en todo lugar, que sintamos dolor por los que no le conocen, por los que se pierden que sintamos pasión por hablar de su amor.
A los cristianos nos falta intensidad, entrega, PASIÓN. Con Cristo vivimos un amor muy parecido al romántico que tiene altos y bajos y que va de más a menos o de menos a más, pero siempre sin mojarnos demasiado. Solo queremos las mieles del amor pero ni por un momento contemplamos las hieles, y en verdad donde hay un amor apasionado hay miel y hay hiel; ahora bien lo amargo nos lleva a un disfrute mucho mayor de ese amor porque en la intensidad del dolor aprendemos el verdadero amor, ese que todo lo puede, que todo lo perdona, que nunca deja de ser, ese amor que no se envanece, que no tiene envidia, que no es jactancioso, que ama sin esperar nada a cambio, el amor por Cristo tiene que ir en aumento, sin embargo una de las cosas que Dios nos echa en cara que “dejamos el primer amor”.
Señor avívanos, Cantares 5
Lourdes Diaz – España