CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO
“¿EN QUIEN TE COBIJAS?”
Salmos 121:1-8
1 Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
2 Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
3 No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
5 Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
6 El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
7 Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
8 Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.
Aquí el salmista hace una pregunta que puede interpretarse como sabida, pero la intención de tal cuestión era la de enfatizar que el único socorro, efectivo, viene de Dios.
El contexto de este escrito está realizado a los pies del monte Carmelo donde elevaban altares a dioses ajenos al único Dios poderoso.
En el monte Carmelo, el profeta Elías se enfrentó a los profetas baales de la única manera que es efectiva para aquellos que fijan sus ojos y expectativas de poder solucionar los problemas, angustias, ansiedades producidas por las circunstancias y que intentan hundirnos en la desesperación. Elías sabía quien era el único que tenía poder para vencer y quemar cualquier pensamiento negativo. (1º Reyes 18:20-39)
Un hombre sujeto a debilidades, con fallas, emociones y sentimientos, pero firme en un pensamiento “Dios es todopoderoso”
El autor del Salmo que hoy compartimos se enfoca en algo importante “Mirar hacia Dios” no mires tu circunstancia, no confíes en promesas de hombres, no confíes en tus fuerzas….sube mas alto, porque Dios es protector, no está dormido, solo nos pide que aprendamos a confiar en Él, porque ha prometido guardarnos desde ahora y para siempre.
Por muy fuerte que el sol de la injusticia azote, por muy impetuoso que el viento de la tormenta sople sobre nuestras vidas intentado hundirnos, Él sigue demandándonos confianza. Alza tus ojos al Señor, pide socorro al Dios que todo lo puede, deja de buscar en otros dioses y comienza a buscar a Aquél que puede darte sombra, reposo, descanso y paz. No esperes que la situación cambie para ser feliz, aprende a ser feliz en medio de la tormenta y la situación adversa. Dios no ha prometido que quitará la tormenta, sino que nos ayudará a pasar por ella sin hundirnos.
Jesucristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28)