Certidumbre es una palabra que no usamos muy a menudo, pero que tiene un especial valor cuando leemos con atención la Palabra de Dios.
En el Libro que detalla las actividades de los discípulos tras la venida del Espíritu Santo, se relata cómo fueron los tiempos en que José se convirtió en un hombre de vital importancia en la corte de Faraón.
En ese relato hay un versículo que debería ser todo un estímulo para nuestra vida de creyentes, porque es el que nos lleva a la certidumbre de que todas las promesas a su tiempo serán cumplidas.
Aún aquellas que en su momento podían llegar hasta parecernos incomprensibles por las circunstancias que nos rodean.
Quién podía pensar que Abraham podría ser el padre de una gran nación, si quienes entraron a Egipto eran poco más de siete decenas?
Estas son las dudas que los humanos nos planteamos desde la pequeña perspectiva de nuestra capacidad!
No pensamos que el Soberano no solo controla los tiempos porque Él ha Creado el Tiempo, sino porque Él controla los acontecimientos, porque Él los ha determinado.
En la hora de la duda busquemos la CERTIDUMBRE en la Palabra que Dios nos ha dejado!
Si no tenemos la capacidad de decidir, por lo menos tengamos la sabiduría de advertir que Quién decide tiene todo bajo su control.
Aquellos 70 judíos que entraron en Egipto se comenzaron a multiplicar, para que la promesa hecha a aquel hombre nacido en Ur, pudiera ser más que concreta.
Nunca aceptemos los argumentos de nuestra mente, con relación al cumplimiento de las promesas del Eterno.
Aceptemos el gran argumento de la fe!
Hechos 7:17
Diego Acosta / Neide Ferreira