La vida y nuestras circunstancias forman lo que bien podríamos llamar…ciclos. Algunas son difíciles y ciertamente podemos comprobar que están bajo juicio. Otros son mejores y podemos comprobar que están bajo la Gracia.
Tanto en un caso como en el otro podemos observar que todo está relacionado con el principio de la obediencia. Desde luego que es más fácil ser cumplidores durante los buenos tiempos.
Pero, en los malos tiempos no solo es bueno sino que es imprescindible que nos mantengamos en obediencia ante lo dispuesto por el Eterno. La razón es una cuestión fundamental.
La obediencia siempre será reclamada por Dios en cualquier circunstancia!
Si somos capaces de observar este principio esencial en nuestra relación con el Supremo, nos resultará más sencillo ser fieles en los momentos en los que la adversidad predomina.
No podremos nunca justificar nuestra falta de obediencia o la obediencia parcial, con el débil argumento que estamos pasando por tiempos se zozobra, de aflicción.
Esto significa que necesariamente debe haber una transformación en nuestra forma de pensar, en nuestra forma de obrar, para que el cumplimiento de este mandato sea una constante en nuestra vida.
Para que cuando soplen los vientos benignos disfrutemos porque que estamos en el buen camino y para que cuando soplen los vientos tormentosos, sepamos que la obediencia nos hará sortear los vendavales contrarios.
El Espíritu nos guiará hacia la verdadera obediencia, para que podamos ser receptores de las promesas que el Señor ha declarado sobre nuestras vidas.
Los ciclos de nuestra existencia, siempre deben estar signados por la obediencia!
Zacarías 8:15-16
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
