Más de una vez habremos escuchado como hay personas que aseguran que Dios se ha olvidado de ellas, que no ha escuchado sus pedidos de auxilio.
Y más de una vez ha sido necesario hablar con ellas para explicarle que en los momentos de angustia, siempre el Eterno nos ayuda. Siempre.
La gran diferencia se manifiesta en que las soluciones que nos parecen mejores, no siempre están en la dirección que el Supremo tiene de los mismos hechos.
Este es el verdadero fondo de la cuestión y para explicarlo podemos recordar como el pueblo hebreo clamó por la opresión que faraón ejercía sobre ellos en Egipto.
Fue una solución como la que se podían imaginar?
No.
Fue una solución rápida?
No.
Debieron esperar que la acción del Todopoderoso finalmente doblegara la altivez y la soberbia del hombre que se creía el dueño del mundo.
Los hebreos habrían esperado que algo así sucediera?
No.
Pero es lo que ocurrió, porque en todo lo que Dios obra, siempre hay una enseñanza perdurable para nosotros y para quienes nos sucedan.
El Pueblo de Dios, fue liberado pero luego de que faraón fuera doblegado por las diez plagas, es decir pasó un tiempo entre el momento de la respuesta y el tiempo de la ejecución.
Esta es la lección que debemos de tener en cuenta cuando decidimos CLAMAR al Eterno por la solución de las situaciones que nos angustian.
Todo llegará a su tiempo y en el modo que Dios decida, no en el tiempo y de la forma que pensamos que es lo mejor.
Salmos 81:8
Diego Acosta / Neide Ferreira