COMO PREDICAMOS?…

Se cuenta que al poco tiempo de haberse iniciado el Movimiento de la Reforma un maestro despidió a uno de sus discípulos, que iniciaba la Gran Comisión por los caminos de Europa.

El anciano se enfrentaba a la partida de su joven alumno y con gran emoción lo bendijo y le dio un último consejo: Hijo mío, ve y predica y si es necesario… habla.

Puede parecer un gran contrasentido bendecir y enviar a evangelizar a alguien y decirle que si finalmente le resultara necesario, hablara, es decir usara de la palabra para transmitir el mensaje.

En realidad: que estaba queriendo decir el anciano maestro con su consejo? Podemos interpretar como una exageración sus palabras? O podemos encontrar un sabio mensaje en esa despedida?

Sin la menor duda podemos encontrar en este episodio un maravilloso mensaje relacionado con nuestras actitudes, que serán siempre más expresivas e importantes que nuestras propias palabras.

El maestro le estaba diciendo a su alumno, que era mucho más trascendente lo que el hiciera que lo que pudiera decir en cualquier circunstancia y en cualquier lugar que se encontrara.

La elocuencia de nuestras palabras, siempre será menor que el más simple de nuestros gestos. La condición de cristianos la proclamamos con más autoridad con nuestros hechos que con el mejor de los discursos.

Proverbios 20:11
Diego Acosta García

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