El refranero popular se nutre de algunas frases muy atinadas: Dime con quién andas y te diré quién eres… La elocuencia se corresponde con la realidad.
La Palabra de Dios nos advierte acerca de lo que significa tener buenas o malas compañías, de elegir con criterio al lado de quienes estamos para que nuestra vida no se vea amenazada.
Puede que algunas personas entiendan que el concepto de amenaza es exagerado, pero nunca estará de más valorar quienes son nuestros amigos, que hacen, que piensan, que valores tienen.
Porque la historia se repite continuamente acerca de buenas personas que se vieron influenciados por mala gente, por quienes siendo buenos no fueron capaces de advertir los peligros.
De allí la importancia que tiene la formación de nuestros hijos, tanto los pequeños como los mayores, para que siempre tengan referencias en los valores fundamentales.
No basta con proclamar verdades sino hacerlas realidad en nuestra vida cotidiana, que nuestros hijos puedan ver la honradez, la integridad en los actos de sus padres.
La Biblia es el fundamento para vivir bien y de acuerdo a los valores que tal vez nos alejen de algunas personas, pero con toda seguridad nos acercarán siempre al Señor.
Salmos 119:61
Diego Acosta García