Desde que nos levantamos hasta el final del día estamos sometidos a la brutal influencia de la publicidad, que nos genera el ambiente necesario para crearnos necesidades.
Se nos asegura que seremos felices, que seremos más seguros, más eficaces, más elegantes, más sobresalientes, más distinguidos, más hermosos, más jóvenes, más esbeltos.
Seguramente que cada uno de nosotros podrá agregar más elementos a esta lista que se nos ocurre interminable, pues es tan larga como la de los productos que se nos sugiere que compremos.
Este afán de consumismo es el que gobierna la sociedad en la que vivimos, que establece pautas de vida, de conducta, que pareciera que si no las cumplimos, nos convertimos en marginados.
Esta es inequívocamente la influencia del mundo de la que nos habla Pablo, este es el ambiente al que debemos evitar acomodarnos y al que debemos contrastar con todo lo que se nos ha enseñado.
Es evidente que tenemos necesidades y que lo bueno sería poder satisfacerlas, pero tengamos mucho cuidado con el listado de esas necesidades, para no caer en lo superfluo.
No convirtamos nuestra vida en un constante adquirir cosas que a la sociedad le parecerá muy bien que tengamos. Recordemos que el Reino será de los humildes, principalmente de los humildes de corazón.
Proverbios 13:25
Diego Acosta García