Una de las supuestas conquistas de una parte de la sociedad, es la de poder vivir sin ninguna clase de límites y según el criterio de cada uno de sus miembros.
Esto que pareciera un logro asombroso, tiene su contrapartida. El precio que se debe pagar para vivir de esa manera.
Resulta evidente que todo tiene su costo: El precio de la virtud es el esfuerzo y el del vive como quieras, aunque no se lo quiera admitir, es la confusión.
El camino de la virtud que lleva finalmente a la Santidad es extremadamente difícil, pero es a eso a que hemos sido llamados.
Y es el mejor camino!
Lo contrario es un camino cómodo, que sin embargo está lleno de acechanzas, porque las contradicciones del mundo son las grandes señales que tiene como indicadores.
Conozco el caso de una persona que se considera absolutamente libre de toda clase de ataduras. Entre ellas las de la religión.
Y puedo coincidir con ella que librarse de la religión es librarse de una grave atadura!
Pero librarse de la religión sin darle un nuevo sentido a la vida, es vivir bajo la angustia de la CONFUSIÓN de no saber qué decisión tomar!
La complejidad de los humanos queda liberada si no tenemos límites y así impulsamos a que el nivel inferior de nuestro ser tenga dominio sobre nosotros.
La parte más oscura del hombre queda expuesta!
Así es como ante cuestiones difíciles de resolver, quién no tiene normas en su vida no sabe cómo actuar. Le falta la Luz de la Verdad de Jesús, porque vive en las tinieblas!
Mateo 17:11
Diego Acosta / Neide Ferreira