EL BUEN PASTOR
Cuando hablamos del Buen Pastor seguramente muchos pensarán: Otra vez… Y tendrán razón, pero a pesar de esta certeza, vamos a hablar del Buen Pastor…
Jesús es nuestra referencia sobre el tema, porque define como nadie lo que significa cuidar de un rebaño. Él distingue perfectamente entre quienes obran como verdaderos pastores de quienes solamente son asalariados.
Los verdaderos pastores tienen amor por sus ovejas. Los asalariados las utilizan como medio de vida!
Por estas razones unos cuidan a las ovejas ante cualquier peligro y los otros en cambio huyen, abandonándolas ante la amenaza.
Jesús verdaderamente dio su vida por su rebaño, el que vino a buscar al mundo como el Hijo del Hombre!
Él y solamente Él deben ser el modelo para todos quienes tengan la vocación de servir… y no de servirse. Jesús es la puerta del redil imaginario donde se congregan los hombres y mujeres que creen en sus enseñanzas.
Para entrar al redil imaginario primero hay que superar la Puerta que es el propio Jesús. Esta es la intención de quién verdaderamente desea cuidar hasta la últimas de las ovejas de su rebaño, asegurando a 99 para buscar a la que le falta.
Pensando en esto podemos imaginarnos nuestras actitudes, si verdaderamente tenemos la intención de servir o de servirnos. Si buscamos servir, comprenderemos perfectamente que las ovejas son del Señor y están a nuestro cuidado. Pero si nuestra intención es servirnos, someteremos al rebaño a nuestras necesidades y solamente las cuidaremos por conveniencia, como los asalariados de los que habló Jesús.
Esta es la gran alternativa que tenemos ante nosotros. Somos imitadores de Jesús o somos un remedo engañador de sus ovejas?
La diferencia es tan grande entre una forma de obrar y otra, que solamente la podemos comparar con el sacrificio en la Cruz. Por eso dijo en Juan 10:11, que Él era el Buen Pastor!
En los tiempos en que vivimos es necesario que recordemos cada día de nuestra existencia, que cada oveja tiene una identidad, que tiene un Propósito para su vida y que es tremendamente importante para el Plan de Dios.
Sobre esta cuestión no importa lo que nuestros ojos puedan ver, sino lo que Dios tiene establecido para cada persona, para cada oveja. Si comprendemos esto, tal vez aprendamos a ser la puerta que guarda el redil, a fortalecer nuestros hombros para traer sobre ellos a la oveja perdida y para tener la entereza de enfrentarnos ante el peligro.
Debemos orar por quienes un día fueron nuestros pastores y por quienes un día serán pastores de nuestros hijos. Debemos orar para que cada uno de ellos sea en el futuro un Buen Pastor, según el prototipo de Jesús y nunca, el penoso modelo de los hombres asalariados.
Diego Acosta – Alemania