CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO

UNI-DAD (esa palabra dividida)

lourdes

 

Unidad: propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere.
Había una vez una familia que servía a un rey, era una familia grande y estaban sirviendo en diferentes lugares del reino. En ocasiones podían juntarse y compartir aunque algunas veces después de estar unos días juntos solían surgir diferencias de opiniones y disputas en la forma de cómo servir al rey. A pesar de ello se llevaban bien, pues sabían que era uno de los requisitos para servir a este monarca. Pero lo cierto es que había discrepancias entre ellos.
Aun así cuando tenían oportunidad y cada cierto tiempo hacían llegar al rey la petición de que querían estar toda la familia unida, que juntos podrían servir mucho mejor, ser más fuertes y convincentes para animar a otros a servir al rey. Cierto es que era una petición inconstante y no apoyada por la acción pero conociendo la forma de proceder del rey ellos se empeñaban en hacer ésta petición sin estar dispuestos en verdad a pagar el precio por la unidad.
El monarca hizo llamar a los más ancianos de ésta familia para hablar con ellos y cuando los tuvo en su presencia les dijo: Me llegan cada cierto tiempo peticiones vuestras de que queréis uniros todos los miembros de la familia en un mismo lugar para servirme; si bien es cierto que yo deseo que entre todos mis siervos haya unidad, que os respetéis, améis y compartáis todas las cosas que yo ofrezco a los que dan su vida en el servicio, pero, aún no entiendo muy bien este empeño vuestro de querer estar juntos si cuando esto sucede acabáis discutiendo entre vosotros, sois incapaces de poneros de acuerdo y además no queréis sujetaros los unos a los otros… También me sorprende porque sé que muchos de vosotros en vuestras propias casas estáis divididos teniendo problemas de sujeción, el esposo con la esposa, la esposa con el esposo, los hijos con los padres.
Esta situación se vive muy a menudo en el pueblo de Dios. Sabemos que Dios nos llama a la unidad, nos juntamos, nos llamamos familia y buscamos estar de acuerdo, pero cuando estamos juntos surgen las discrepancias, las contiendas y las divisiones. No nos gusta que éste tenga más protagonismo o que aquél haga más tareas, o que el otro tenga más responsabilidad o autoridad. Por no hablar de que en nuestras mismas casas los esposos mal usan la autoridad con la esposa o con los hijos, las esposas no son la ayuda idónea que deberían ser y los hijos no honran a los padres. Sin hablar de la falta de unidad que hay entre mi mente y mi corazón entre lo que quiero hacer y lo que hago, o entre lo que sé que tengo que hacer y no hago, pero aún así oramos por la unidad de los hijos de Dios.
¿Es malo orar por la unidad?
¡Por supuesto que no! Es bueno y necesario buscar la unidad, pero la unidad como el avivamiento tiene que comenzar por la casa: Si nuestro corazón está dividido sirviendo a Dios y a las riquezas o a las cosas de este mundo, si en casa estamos divididos, si nuestra familia vive dividida ¿Cómo va a unirse la familia de la fe?
Cuando tú seas uno con Dios, habrá unidad. Juan 17:21

Lourdes Diaz – España

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