Y LOS PEQUEÑOS?
Puede resultar absolutamente legítimo que los predicadores ansíen llevar sus mensajes ante grandes auditorios.
Utilizamos el condicional puede, porque esta ansia de tener muchos oyentes se legitima si lo que se busca es que haya más personas que reciban el Mensaje inspirado.
Pero deja de ser legítimo, cuando la búsqueda de grandes congregaciones para predicar, tiene el propósito de satisfacer la vana-gloria personal.
Esto que pareciera una elemental cuestión de fe, se transforma en toda una cuestión que tiene mucho que ver con la visión que tengamos de cómo debe ser nuestro servicio al Señor.
Estas reflexiones han sido inspiradas por el Espíritu a raíz de haber comprobado cómo hay predicadores que buscan su satisfacción personal, su realización personal.
Se anteponen cuestiones tan serias como la vanidad a lo que debería ser el humilde ejercicio de ser instrumentos del Espíritu Santo, en cualquier tiempo y en cualquier lugar.
Pareciera que nos olvidamos que es el Soberano sobre todas las cosas el que determina ante quienes debemos dejar nuestro mensaje.
En muchas oportunidades y hablando a título personal, el Espíritu me ha revelado que en la congregación ante la que predicamos, no falta nadie ni sobra nadie.
Es decir: Están allí para recibir el mensaje quienes han sido convocados por el propio Eterno y nos debemos a ese rebaño.
Sea numeroso o sea pequeño, ese es el rebaño del Pueblo de Dios al que debemos dirigir nuestro mensaje. Hacer un planteamiento diferente a este, puede significar que estamos modificando nuestra actitud de servir.
Y esto ocurre no solo con los predicadores, sino también con quienes tienen el llamado para servir en las congregaciones.
No importan los cargos ni las funciones, lo que importa es que debemos hacer aquello que el Señor quiere que hagamos y no lo que nos produzca la satisfacción personal.
Cuando servimos el mayor compromiso es hacerlo con los pequeños rebaños, porque esos son los que más necesitan de nuestro cuidado.
Si ansiamos grandes congregaciones, es legítimo, siempre y cuando signifique que estamos deseando que cada vez sean más los seguidores de Jesús.
Pero si buscamos otras cosas, si tenemos otras intenciones relacionadas con la cantidad de personas a las que deberíamos de servir, estamos ante una grave situación personal.
Jesús no buscó multitudes, Jesús buscó a quién servir!