CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO

LA SENCILLEZ DE LA MUJER MADURA

Soy una mujer que no viví la crisis de la edad, he ido cumpliendo años y la verdad es que según cumplía me iba sintiendo pletórica, caplourdesaz, segura, valiente, atractiva y sentía que la madurez que iba alcanzando me hacía una mujer diferente en todas las áreas de mi vida.
Cuando cumplí los cincuenta tuve mi primera crisis, no por los cincuenta en sí, si no por el cambio que sufrí en mi cuerpo. Con el cambio hormonal vino un cambio en mi forma de valorar las cosas que me iban sucediendo: ya no me sentía tan pletórica, en algunas ocasiones me veía incapaz, la seguridad en algunas áreas de mi vida se volvieron inseguridad. Ante algunas circunstancias me faltaba valentía, no veía el atractivo que veía antaño y todo este cúmulo de cosas me hizo ver la vida de otra manera. Sufrí, no sabía cómo podía gestionar este momento de mi vida sin dejar de aprender, sin dejar de ser testimonio, siendo ayuda idónea para mi esposo, madre sabia para mis hijos, testimonio para mis hermanas y amigas y sobre todo no dejar de agradar a Dios, pues podía ser presa de la amargura, la insatisfacción, el resentimiento y un montón de cosas más.
Mujer, tengas la edad que tengas yo te animo a que vivas tu momento con tranquilidad. Aprovecha todas las ocasiones que se te presenten en la vida, aprende, crece como mujer, como ser humano pero sobre todo como hija de Dios, sabiendo que todo obra para bien, que tu cuerpo ha sido diseñado por un Ser Sabio, que ha puesto lo mejor de Él en ti, pues te ha hecho a su imagen y semejanza.
Nada es por casualidad, todo tiene un propósito, con tu vida das vida, alientas, enseñas, aconsejas, pero sobre todo la sensibilidad que hay en ti es la que nadie podrá copiar, esa capacidad de amar que hay en ti es Divina y la posibilidad de dar vida es una prolongación del que ha creado los cielos y la tierra.
Mujer tengas la edad que tengas, vive plenamente, tú puedes hacer muchas cosas, tus vivencias serán un tesoro para las que comienzan. Si has llegado hasta aquí podrás mucho más, tu madurez tiene que gustarte a ti, entonces gustarás a los que te rodean, eres una mujer diferente, eres una hija de Dios, ahora en la madurez aún tienes mucho para dar.

Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Tito 2:3-5

Lourdes Diaz –  España

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