Hace unos días hablaba con mi hijo Aarón acerca de una multa de tráfico que pusieron a alguien conocido, en un tramo cercano al destino al que viajaba la persona. Faltaban algunos kilómetros así que con el deseo de llegar pisó el acelerador un poco más de la cuenta y aunque parece ser que llevaba un GPS, éste no le avisó porque estaba en un lugar escondido y el aparato no actualizado no lo detectó.
Yo le decía a mi hijo no se puede bajar la guardia y él me contestó que en un viaje tan largo y cuando estás deseando llegar es posible que te descuides y no vayas todo lo atento que deberías porque lo único que quieres es llegar.
Todos sabemos que hay unas normas de circulación y tenemos que respetarlas, el GPS es un buen invento pero no lo soluciona todo al fin y al cabo es una máquina hecha por manos de hombres.
Es importante cumplir las normas de principio a fin del viaje para que no nos llevemos una sorpresa. Confiarte en el GPS y bajar la guardia puede suponerte una multa, pero puede ser peor y puede costarte la vida.
El radar puede estar al principio en medio o al final del viaje y tú cuando vas conduciendo tienes que poner en práctica todo lo aprendido en el código de circulación.
Esto me hizo meditar en la palabra del libro de San Marcos 13: 33-37 que dice: Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuando será el tiempo.
Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio su autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa; si al anochecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuándo venga de repente, no os halle durmiendo. y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
No bajes la guardia, no te duermas, no te relajes, no dejes tu vida y tu salvación en manos de nada ni de nadie. Se te ha dado un código de vida, la palabra de Dios y en ella se te dice como debes de vivir. Cíñete al código y tenlo en cuenta desde el principio hasta el final, en ello te va mucho más que una multa, te va la vida. VELAD.
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas; Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran.
Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá.
Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos.
Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.
Vosotros pues también, estad apercibidos; porque á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá. Lucas 12: 35-40.
Lourdes Diaz