LOS PILARES DE LA RELIGIÓN

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LOS PILARES DE LA RELIGIÓN

INTRODUCCIÓN

Infelizmente hoy podemos percibir que hay mucha religiosidad en la Iglesia. Solamente quebrando esa religiosidad podemos disfrutar del Dios sobrenatural en nuestro medio.  Todas las religiones independientemente de su cultura, de su origen, o del tiempo en que fueron fundadas tienen características semejantes y en su esencia se parecen mucho. Lamentablemente también podemos encontrar esta situación en el cristianismo, aún sabiendo que el cristianismo no es una religión. Cristo vino para quebrar el yugo de la religión. El judaísmo en el Antiguo Testamento tiene todas esas características, pero Cristo vino para iniciar un nuevo tiempo.

Las religiones tienen esas características, porque son  expresiones del esfuerzo humano para acercarse a Dios. Pero en Cristo reconocemos un Dios que se hizo hombre para vivir entre los hombres. Un Dios que nos muestra que nunca seríamos capaces de llegar hasta ÉL con nuestro esfuerzo personal, pero que abrió un nuevo camino a través de la muerte y resurrección de Jesús. Ahora el acceso a Dios es por la Gracia.

Por eso pocos siglos después de la muerte y resurrección de Crista, la iglesia volvió a los caminos de la religiosidad y el cristianismo se volvió una religión, siendo que no debía ser una religión. Por eso la iglesia dio un paso atrás en algo que ya había sido cerrado por Cristo. Con ese paso la iglesia ganó el reconocimiento del mundo, porque se convirtió en una religión muy poderosa, con mucho poder político, muchas riquezas, mucha pompa, pero en el mundo espiritual la iglesia perdió el poder, la unión de la vida en el Espíritu. Con la reforma protestante comenzó un movimiento de restauración, pero que infelizmente hasta hoy no ha conseguido revertir ese proceso totalmente. Todavía podemos apreciar  formas y estructuras religiosas en varios aspectos de la iglesia. Quiero compartir cuatro puntos, cuatro pilares que prácticamente son iguales en todas las religiones y que, infelizmente todavía hoy encontramos en el cristianismo.

  1. Una ley.

Toda religión tiene sus leyes, sus reglas de comportamiento. Algunas cosas son lícitas y otras están prohibidas.  Si Ud. no puede vivir bajo esas reglas puede tener grandes problemas, porque ahora debe temer el castigo de Dios. Entonces Ud. precisa esforzarse todo el tiempo para vivir de acuerdo con la ley que se establece para su vida. En el Antiguo Testamento también encontramos la ley. Una ley que tiene cerca de 613 reglas. Una ley que es mucho más exigente. Pero en el Nuevo Testamento vemos a Cristo que viene a cumplir la ley y a traer la Gracia. Con el comienza un tiempo nuevo, una nueva dispensación. Ahora no estamos más debajo de la ley y sí bajo la Gracia (Ro 6:14, Ro 8:1-2).

Nuestra ley ahora es la ley del Espíritu. ÉL nos conduce. Viviendo esta nueva vida podemos vencer al pecado. Mientras estábamos bajo la ley y sujetos a nuestro propio esfuerzo nunca conseguiríamos agradar a Dios.

  1. Un sacerdote

Cada religión también precisa de un sacerdote. Alguien que es representante de Dios y que representa a las personas delante de Dios. Alguien muy especial que está más cerca de Dios. En el Antiguo Testamento también encontramos sacerdotes. Ellos eran los responsables de presentar los sacrificios a Dios. Nadie más podía ofrecerle sacrificios  y aproximarse a su presencia.

Solamente el sumo sacerdote tenía el privilegio de estar ante la presencia de Dios una vez por año.

Con Jesús vino el verdadero sumo sacerdote y entró el santo entre los santos y derramó su sangre. Cuando hizo esto comenzó un nuevo reino. En ese nuevo reino todos somos sacerdotes (1 P 2:9). Aleluya! Todos somos ministros, todos somos llamados e participar en la obra de Dios. Nadie está más cerca ce Dios que nadie. Dios habita en el corazón de todos.

Infelizmente hay personas que todavía tienen una actitud errada y creen que solo algunos son ministros. Precisamos quitar esa mentalidad de nuestro medio. Los pastores apenas son quienes organizan la vida de la iglesia.

  1. Un templo

Toda religión precisa tener sus templos. Templos grandes, lindos y caros. Un lugar donde Dios habita y debe ser adorado. Tenemos que tener temor de pisar un templo. En el Antiguo Testamento el pueblo de Dios tenía sus tabernáculos y sus templos también. Pero con Jesús el propio Dios vino a nuestro tabernáculo interior, en nosotros mismos. Y cuando ÉL subió a los cielos, vino el Espíritu de Dios. Recibiendo el Espíritu de Dios en el corazón nos convertimos en templo de Dios (1 Co 6:19)

  • El lugar de culto de la iglesia no es sagrado.
  • La iglesia son las personas no los lugares de culto.
  • La iglesia es iglesia en cualquier lugar.

Frecuentemente vemos a personas que tienen la idea de que el lugar de culto es el templo. Cuántas iglesias gastan millones y millones construyendo “templos”. El cristianismo de los primeros siglos no precisó de templos. La iglesia era se constituía en casas, cavernas, plazas.

  1. Cultos con sacrificios.

Toda religión honra a su Dios en un culto con sacrificios ofrecidos. Animales u ofertas son traídas para adorar a Dios con una liturgia bien definida que se celebra en un culto a Dios. En el Antiguo Testamento podemos ver también estas leyes ceremoniales.

Cuando Cristo vino ÉL se convirtió en el verdadero sacrificio. Con ÉL también cambió la ley de los cultos. En el Nuevo Testamento no vamos a encontrar ningún relato de un culto que sea parecido al que nosotros realizamos.  No vamos a encontrar ninguna carta de Paulo con enseñanzas sobre la liturgia en los cultos. En la iglesia primitiva no existían los cultos. Lo sabía?

Ellos apenas se encontraban de casa en casa o en el templo (en aquellos tiempos simplemente era encontrarse en un lugar donde pudieran reunirse un grupo grande de personas) y hacían lo que sentían en el corazón. Oraban, cantaban, profetizaban, oían una predicación, pero siempre guiados por el Espíritu de Dios. Sin horarios planificados, sin liturgia o script.

El Nuevo Testamento no enseña a hacer cultos como los hacemos hoy, porque el verdadero culto debe ser la entrega de nuestra propia vida. El Nuevo Testamento enseña a hacer de nuestra vida un culto.

Lo que ocurre cuando hacemos del cristianismo una religión es que tenemos un día y un templo para honrar a Dios. El resto de la semana podemos guardar a Dios en un cajón y solo día el día del culto, lo recuperamos para honrarlo. Hemos creado del Departamento de Religión de nuestra propia vida, independiente de las demás áreas.

Pero el verdadero culto a Dios lo realizamos cuando entregamos toda nuestra vida a ÉL.  Una vida de consagración.  Ese debe ser nuestro culto racional hoy.

Conclusión

Todos tenemos la ley del Espíritu escrita en nuestros corazones que nos liberta del pecado. Somos sacerdotes que debemos participar en forma activa en la obra de Dios. Nosotros somos el templo del Espíritu Santo y el verdadero culto a Dios lo realizamos cuando nos consagramos y entregamos nuestros cuerpos como sacrificios a Dios. Viviendo de esta manera saldremos del camino de la religiosidad y comenzaremos a vivir el verdadero cristianismo.

Pr. Benedikt Loh

Weinstock Kirche – Berlín – Alemania