CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO
MENSAJE
Hablando con un hermano sobre las cosas de Dios, llegamos a una sorprendente pregunta: Por qué los hombres aplicamos nuestros talentos para hacer el mal y no para hacer el bien?
Un cuestionamiento que nos dejó perplejos, no porque resultara novedoso, sino porque abría a su vez tantos interrogantes, que resultaba difícil formarse una idea de lo que ocurriría si esa situación pudiera cambiar.
La Biblia nos advierte acerca de nuestro corazón, como es engañoso, primero para nosotros mismos y luego para quienes nos rodean. Así podríamos comenzar a entender por qué somos mentirosos, arteros, infieles e incluso con una alta dosis de perversión.
Todo esto resultó muy difícil de asumir, porque tanto el hermano como yo, nos veíamos reflejados en los conceptos que iban definiendo la condición de nuestro propio corazón y por extensión, al de otros hombres.
Bien podríamos decir que somos hacedores de maldad!
Aun sabiendo que somos malos persistimos en nuestras actitudes, desafiantes y hasta orgullosos de nuestras capacidades aplicadas al engaño, a la maquinación innoble, sirviendo tal vez sin desearlo a los propósitos de nuestro enemigo.
El Eterno nos ha dado dones y talentos para servir al prójimo, no para servirnos de él y mucho menos para agraviarlo o hacerle daño. Pero esto es lo que hacemos, aunque muchas veces nos admiremos por el ingenio de los hechos malos que muchos hacemos.
Si fuéramos capaces de revertir esta forma de comportamiento, como cambiaría todo, el mundo sería diferente y el enemigo sería vencido por nuestros buenos hechos.
Pero la Biblia nos advierte acerca de nuestro corazón!
Tal vez en esta contradicción, es posible que comencemos a entender el significado profundo que tiene el bautismo, cuando nacemos como hombres y mujeres nuevos, dejando atrás el pasado que nos condenaba.
Si verdaderamente no nacemos de nuevo y nos convertimos en niños delante de Jesús, seguiremos corriendo el riesgo de volver al pasado dominado por nuestro hombre sujeto a las pasiones y esclavo de las prédicas perversas del mundo en el que vivimos.
Esta es la gran decisión!
La Salvación nos es entregada por Gracia para servir, que es el comienzo de las obras de fe, sobre las que nos enseñó Pablo. Si nuestros hechos son diferentes, es porque no hemos sido capaces de luchar contra nuestro corazón malo desafiando al Poder del Espíritu Santo.
Diego Acosta / Neide Ferreira