A veces muy pocos hombres pueden hacer grandes cosas y por el contrario, muchos hombres somos incapaces de hacer las menores tareas. Y esto no es un juego de palabras.
Es constatar una realidad que a lo largo de los tiempos siempre se ha podido verificar porque generalmente las grandes multitudes, solo aportan el número pero no la intensidad.
Pensando en eso recordamos al pequeño grupo que Jesús eligió para que fueran sus discípulos, un grupo tan diverso y tan poco relevante, que seguramente difícilmente serían elegidos por otros hombres.
Esos hombres fueron reprendidos, amonestados, huyeron cobardemente luego de ser crucificado su líder y sin embargo cumplieron la misión que se les había encomendado.
Incluso entre los doce estaba el traidor, un personaje infaltable para entender el drama del comportamiento humano, porque sin él no se hubiera consumado el Plan de Dios.
Nunca contemos cuantos compañeros tenemos ni valoremos lo enorme que pueda ser la tarea que se nos ha puesto por delante. Confiemos que si somos hombres elegidos por el Señor, todo será posible.
Para comprender que esto es así, recordemos que los corazones dispuestos son los mejores, aunque los humanos creamos lo contrario. Un corazón dispuesto, puede servir más allá de la comprensión de los hombres.
Mateo 4:19
Diego Acosta García