En el tiempo de los profetas Dios anunciaba a través de ellos, a su pueblo sus grandes decisiones y también sobre las consecuencias de sus malos actos.
En estos tiempos que vivimos también podemos recibir advertencias acerca de lo que estamos haciendo y acerca de las consecuencias que tendrán nuestros hechos.
Debemos de tener el máximo cuidado porque nos estamos alejando cada vez más de los principios establecidos por el Señor y esto inexorablemente supondrá un grave perjuicio para nuestras vidas.
Estamos obrando encandilados por las luces del mundo y estamos obrando aturdidos por el ruido del mundo. Las luces no nos dejan ver y el ruido no nos deja oír.
Las luces enceguecen nuestra visión de la realidad y el ruido nos impide oír lo que de verdad deberíamos escuchar. Esta es nuestra situación, aunque no lo queramos admitir.
Estamos llegando a los límites máximos de nuestra vida alejada del Señor y por eso es importante que reflexionemos y que volvamos al Camino único que nos llevará a las Promesas definitivas.
¡Cuidado! Porque de lo que hagamos ahora mismo de nuestras vidas dependerá también que sigamos al lado del Señor o seamos apartados de Él a causa de nuestros hechos.
Isaías 48:22
Diego Acosta García