En cada uno de los hechos de Jesús en su Ministerio Terrenal, podemos encontrar grandes enseñanzas. Aún de aquellos que puedan parecer intrascendentes o menores.
Cuando el Hijo del Hombre decidió que había llegado el momento de entrar en Jerusalén impartió instrucciones precisas a los discípulos.
Junto con la decisión llegó la previsión para ejecutar aquello que había dispuesto. Es decir, nos enseña a que no seamos arrebatados, por importante que sea lo que tengamos que hacer, lo hagamos con orden.
El Hijo de Dios manda a los discípulos que busquen una burra que esté amarrada, para entrar sobre ella en la Ciudad Santa.
Confieso que he leído este pasaje muchas veces y solamente por Revelación del Espíritu, pude entender el sentido de lo que había dispuesto el Mesías.
La jumenta, la hembra del burro era utilizada para los servicios religiosos, antes de ser uncida para el trabajo, por lo que Jesús respetó plenamente las normas de los judíos.
Pero hizo algo más, que resulta todavía más sorprendente, proviniendo de quién proviene el mandato a los seguidores.
Que esté amarrada…Que quiere decir esto?
No es otra cosa que evitar que la jumenta sea apartada de su cría antes de tiempo, para evitar que las leyes de la naturaleza se dejen de cumplir.
Cada vez que debo hacer algo evoco este pasaje para tratar de ser fiel a lo demandado por Jesús: Ser respetuoso de todo aquello que es bueno y forma parte de la vida natural.
Señorear y tener Autoridad, no significa que debamos ser prepotentes!
Debemos obrar con el máximo CUIDADO!
Mateos 21:2
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira