DAR GRACIAS…

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Mi padre nos enseñó a mi hermano y a mí, a dar gracias por todo y lo hizo con mucha severidad. Mi madre era quién obraba para que esta enseñanza de mi padre la pusiéramos en práctica.

En torno a esto siempre me llamó la atención el cuidado que ponía mi padre, para que nuestro agradecimiento fuera especialmente dedicado a las personas que en nuestra mente considerábamos pobres.

Él decía: Es al que te da sin tener nada al que hay que agradecer, porque el que tiene siempre te dará de lo que le sobra.

Mi padre creo que ni siquiera se había planteado el interrogante de si Dios existía, pero sí era un hombre que en algunas cuestiones tenía profundos fundamentos.

Hoy que soy abuelo me regocijo al ver que mis nietas fueron enseñadas sobre la misma cuestión, con el mismo rigor que yo debí aprender.

Solamente que ahora sé perfectamente a Quién debo dar las gracias por todo, porque a Él le debo todo, desde las enseñanzas de mi padre, hasta la actitud de mi hija y su esposo.

Además de dar gracias por todo, recuerdo la lección de mi padre cuando decía que había que agradecer sobre todo a los pobres.

Porque solamente un pobre puede saber lo que significa dar algo, por la sencilla razón que está dando de lo que precisa para vivir.

Por esto debemos dar gracias al Eterno, que nos ha dado un corazón de carne y no de piedra, para reconocer a quién verdaderamente hace una obra de bien.

La enseñanza de mi padre no cayó en la nada, gracias al Poderoso, cayó en un corazón dispuesto.

Demos gracias por todo! Al Señor!

Marcos 12:43-45

Diego Acosta / Neide Ferreira

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