Los expertos en cuestiones de navegación afirman que un barco está a la deriva, cuando sus tripulantes han perdido el control y quedan expuestos a las fuerzas de la naturaleza.
En sentido figurado podríamos decir que muchas personas quedan a la deriva cuando han perdido el control de su realidad personal y quedan expuestas a las fuerzas del mundo.
En otras palabras podríamos decir que muchas veces hemos perdido el control y quedamos sin rumbo en medio de tormentas violentas y poderosas.
Tienen algo en común un barco y una vida? En el sentido que estamos planteando el ejemplo, desde luego que sí. Un barco y una vida sin rumbo peligran seriamente.
Esta reflexión la debemos de tener muy en cuenta cuando comenzamos a advertir que las cuestiones fundamentales de nuestra realidad individual están sufriendo la inclemencia de los tiempos adversos.
Es el momento en el que debemos ser capaces de analizar lo que nos está ocurriendo y pensar en qué punto perdimos el control y nos dejamos arrastrar por los vientos del mundo.
Busquemos con confianza el rumbo correcto y busquemos en el Señor la calma para que la furia del mundo deje de azotarnos y podamos volver al puerto seguro de su Misericordia.
Salmos 107:30
Diego Acosta García