Nos podríamos imaginar un músico tocando un nota errada en una gran orquesta en medio de un concierto?
Es difícil que ocurra, pero de hecho ha pasado y seguramente seguirá ocurriendo.
La pregunta que nos podríamos formular, está relacionada con las causas que provocan semejante situación.
Inevitablemente viene a nuestra mente la imagen de un eximio instrumentista que en un momento determinado, tal vez por exceso de confianza, desafina de una manera impensable.
Haciendo un ejercicio de imaginación podríamos llevar la situación a un nivel superior y pensar, por qué desafinamos en la maravillosa obra de la Creación?
Acaso no tenemos el privilegio de contar con el propio autor de la Gran Obra?
Acaso no tenemos el privilegio de saber cómo ha sido realizada esta maravillosa e insuperable Obra?
Esta es una de las preguntas que frecuentemente me formulo, cada vez que soy consciente de haber desafinado en la Gran Obra de Dios.
Pienso: Si ÉL que todo lo sabe y todo lo puede, me ha elegido, por qué me equivoco y de esta manera?
La primera respuesta que me doy es por un exceso de confianza, por creer que por el simple hecho de poderme llamar hijo de Dios, estoy eximido de cualquier esfuerzo o de cualquier gesto de humildad necesario para no equivocarme.
Pero sabiendo todo esto, sigo desafinando!
Y no es que no conozca mi parte en la gran Obra!
La cuestión es: Hasta cuando me voy a permitir seguir desafinando?
Hasta cuando el Supremo Creador tolerará mis errores?
En este punto recapacito y pienso: Es necesario cambiar, sustituir la vanidad por la humildad, la soberbia por el gesto que me acerque a mi verdadero nivel de pequeño ejecutante.
Romanos 8:19
Porque el anhelo ardiente de la creación
es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Diego Acosta / Neide Ferreira