Que es lo opuesto a la humildad?
Tal vez habría respuestas casi unánimes acerca de esta cuestión. Sin embargo conocí a un hombre que manifestaba que él era humilde solamente frente a Dios, pues no estaba de acuerdo con los valores de la sociedad sobre el tema.
En ese sentido manifestaba que si era importante por sus logros, no tenía nada de malo que lo manifestara, ya que nadie le había regalado nada y todo lo había obtenido por sus méritos.
Por eso justificaba su arrogancia ante los hombres y su humildad delante de Dios. Tras varios intentos de reflexionar sobre estos asuntos, abandoné la posibilidad de aclarar los conceptos porque me rechazaba como interlocutor.
Puede un hombre ser humilde delante de Dios y arrogante frente a sus semejantes?
Evidentemente no, pero creo que muchos de nosotros podríamos llegar a compartir esta forma de pensar. Cuando Jesús estableció que debemos ser humildes y mansos, estaba profundizando en el corazón de los hombres.
Jesús conoce como somos y por eso entendería estas preguntas.
Si sabemos lo que somos, si somos conscientes de lo que logramos y de los esfuerzos que hicimos para obtenerlos, por qué habríamos de ser humildes ante los hombres? Acaso ellos se esforzaron en nuestra misma medida?
El razonamiento podría resultar aceptable, si no lo acompañáramos con la frase de que delante de Dios, sí somos humildes. La arrogancia nunca estará justificada por el Eterno.
En la hora del Juicio, no olvidemos que muchos de nuestros pensamientos pueden constituir un desafío para el Omnipotente.
Filipenses 2:3
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira