La mayoría de los hombres nos pasamos gran parte de la vida, tratando de ser diferentes a los demás, distintos para no formar parte de la idea de ser hombre-masa.
En cualquier orden de la vida, en cualquier actividad y aún en nuestro círculo más cercano, buscamos no ser como todos los demás son.
Este pequeño concepto de la diversidad es como un aliento que impulsa muchas de nuestras decisiones, sin advertir una cuestión esencial.
Por qué buscamos ser diferentes, si fuimos Creados diferentes?
Tal vez si nos planteáramos esta pregunta se solucionarían muchos de nuestros problemas y se aclararían muchos comportamientos.
Buscamos ser diferentes a los demás, quizás porque nos abruma ser parte de los fríos números de las estadísticas y porcentajes.
Deseamos ser distintos a quienes comparten las horas de trabajo, con quienes viajamos en transporte público y con quienes asistimos a un espectáculo.
Siempre estamos pendientes de diferenciarnos, a veces cayendo en los ridículos más bochornosos, solo porque ansiamos no ser parecidos a los demás.
Quienes no aceptan, reniegan o simplemente niegan la existencia de Dios, nunca comprenderán lo estéril que es buscar ser diferente, siendo como somos diferentes.
El Todopoderoso nos ha creado a cada uno de nosotros como joyas únicas de inapreciable valor, por lo que cada uno de nosotros tiene un propósito personal e intransferible.
A veces resulta desolador comprobar que hombres y mujeres que nos llamamos hijos de Dios, caemos en la trampa de ser DIFERENTES.
Busquemos en la intimidad con el Señor, la Sabiduría que nos devuelva la Luz para salir de semejante penumbra.
Hechos 17:26-27
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira