Entre tantos recuerdos preciosos de nuestra vida de creyentes, uno de los más gratos es sin duda la pregunta que formuló una joven al poco tiempo de haber aceptado al Señor.
Preguntó con toda naturalidad: Dios sigue hablando? En el interrogante estaban contenidas muchas cuestiones aleatorias, porque era evidente que su perplejidad era muy grande.
Quienes estábamos reunidos y la escuchamos preguntar, obramos por la Gracia, con amor y especial cuidado para no herir su evidente inocencia sobre el tema.
Pacientemente le explicamos, que Dios siempre ha hablado y que siempre hablará, utilizando maneras tan diversas como distintas son las personas a las que se dirige.
A algunas personas les habla personalmente y en cambio a otros, les habla colectivamente como bien puede ocurrir en las congregaciones de las Iglesias que están reunidos en su Santo Nombre.
La afirmación de que Dios habla fue acompañada por otra que creemos no es menos importante: La de que Dios siempre confirma sus palabras para evitarnos interpretaciones erradas.
Dios habla y nosotros debemos aprender a escuchar lo que nos dice, debemos aprender a practicar el discernimiento para no confundir el palabrerío del mundo con su Palabra.
Salmos 62:11
Diego Acosta García