En mis primeros tiempos de creyente, tenía una temerosa y especial actitud hacia el Libro de Job.
No alcanzaba a comprender todo lo que ocurría en la vida de ese hombre, que fue privado de todo y aún así siguió siendo fiel a Dios.
No entendía como había hombres que eran duros con él, a pesar de las tremendas circunstancias que le tocaba vivir.
Incluso llegué hasta a tener miedo de que alguna vez me ocurriera lo que le pasó a Job. Muchas veces he pensado en ese tiempo en el que evitaba leer el Libro que me inspiraba tantas dudas.
Con el tiempo llegó mi madurez y pude poco a poco comprender que la relación buena obra-premio, mala obra-castigo, era demasiado simplista como para poder ser atribuida al Eterno.
La confianza de Job en el Creador, supera lo que mi mente de hombre puede entender y solamente puede ser interpretaba con la firmeza de la fe.
Con humildad puedo decir que he llegado a discernir, que mi capacidad humana, no puede alcanzar la Grandeza de Dios ni mucho menos interpretar sus designios.
Job: 42:3
¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?
Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.
Jó 42:3
Quem é aquele, dizes tu, que sem conhecimento encobre o conselho?
Por isso, falei do que não entendia;
coisas que para mim eram maravilhosíssimas, e que eu não
compreendia.
Diego Acosta / Neide Ferreira