DOLOR

 

Cuando vamos a un hospital a causa de un malestar físico, seguramente clamamos por sanidad y porque se nos alivien los dolores que padecemos y deseamos que quienes nos atiendan sean usados por el Señor.

El dolor físico nos transporta a una realidad que pretendemos ignorar y sobre la que ni siquiera deseamos pensar, porque apartamos el tema de nuestra mente con la mayor rapidez.

Pero el dolor existe, el padecimiento físico existe y la penuria de soportarlos existe, de manera que nos enfrentamos a la más cruda realidad de un cuerpo humano maravilloso pero a la vedolor2z vulnerable.

Como siempre deberíamos hacer cuando estamos en el trance de esperar que nos atiendan en un hospital, sofocados por nuestro padecimiento, ese es el preciso momento de interceder por los demás.

Por otros hombres y mujeres anónimos, que muchas veces en la más conmovedora soledad, afrontan el dolor sin tener la misericordia que nosotros podemos encontrar en el Señor.

Esas personas que no entienden que en todo hay un propósito, que en cualquier circunstancia por tremenda que nos resulta está la Voluntad Soberana del Creador, para hacernos crecer.

En la hora del dolor busquemos más que nunca al Eterno para que podamos entender que es lo que se propone con nosotros y para ayudar a los demás a que puedan comprender su existencia y encontrar su ayuda.

Salmos 32:10
Diego Acosta García

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