Recuerdo que la primera vez que leí el pasaje en el que Jesús le pidió a Pedro y a los hijos de Zebedeo, Jacobo y Juan, que lo esperaran mientras oraba, me causó una gran impresión.
Como era posible que se durmieran mientras el Hijo del Hombre oraba en Getsemaní?
Pensando en ese momento, ahora llego a una conclusión diferente, que aquella primera vez, en la que enjuicié a los discípulos por esa incapacidad de ser fieles al pedido.
Por qué ellos se durmieron?
Acaso no los había convocado el propio Jesús para que lo acompañaran?
Estas eran las preguntas que me formulé y que me llevaron a enjuiciar a esos tres hombres. Que poco fieles que habían sido!
Con los años fui modificando ese pensamiento porque he podido comprobar, como yo también me dormí en mí Getsemaní y dejé solo a Jesús.
Es posible que ocurra una cosa semejante?
Evidentemente sí y forma parte de aquello que enseñó el Mesías, cuando dijo que si se le daba agua a un sediento, se la daban a ÉL.
Es el mismo caso pero desde una perspectiva diferente.
Cuántas veces dejé de orar por dormir?
Cuántas veces no estuve al lado de quién me necesitaba, para acompañarlo, para ayudarlo en la dificultad o en la hora de la angustia?
Por eso me arrepiento del juicio a Pedro y a los hijos de Zebedeo. No fueron los únicos hombres que dejaron de estar al lado del Señor, cuando los necesitaba.
Yo también me alejé de su lado, aún cuando pueda argumentar la humana debilidad del sueño o la fatiga!
Mateo 26:36
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
Diego Acosta / Neide Ferreira