Que tremendo es tener un ídolo hecho por hombres!
Mucho le podremos hablar, pero no nos escuchará!
Mucho le podremos pedir, pero no nos dará!
Mucho le podremos reclamar que vea, pero no verá!
Y sin embargo seguimos confiando en esos dioses que tienen apariencia con los humanos, porque son hechos por humanos.
La idolatría es tan ciega como los seres inanimados a los que venera, es tan proclive a la muerte como son sin vida sus objetos de adoración.
Esta es la cuestión de la idolatría!
No conduce a nada porque está inspirada en la nada!
Pensando en esto puedo hacer una cierta lista de ídolos cercanos y lejanos a los que podemos adorar desde la corta visión de nuestros ojos humanos.
Me sorprendo pensando que alguna vez tuve en mis manos un objeto que traía suerte a quién lo poseía. Donde estará? Y yendo más al fondo de la cuestión: donde estará la suerte que supuestamente me trajo?
Así nos pasamos todo el tiempo los hombres, creyendo y dejando de creer en cosas inanimadas, en meros objetos hechos por hábiles artesanos, tan llenos de dudas y de necesidades como nosotros mismos.
Este es el drama de los hombres, que en algún momento de nuestra vida, nos negamos a aceptar la existencia de Dios y de su Poder.
Como nos negamos a entender esta Verdad, nos conformamos con figuras que tienen una cierta belleza, tanta como son capaces de producir las manos de los humanos que las crearon.
Nunca un ídolo nos hablará, porque no puede!
Solamente el Eterno nos responderá, porque EXISTE!
Salmo 115:3-8
Nuestro Dios está en los cielos;
Todo lo que quiso ha hecho.
Los ídolos de ellos son plata y oro,
Obra de manos de hombres.
Tienen boca, mas no hablan;
Tienen ojos, mas no ven;
Orejas tienen, mas no oyen;
Tienen narices, mas no huelen;
Manos tienen, mas no palpan;
Tienen pies, mas no andan;
No hablan con su garganta.
Semejantes a ellos son los que los hacen,
Y cualquiera que confía en ellos.
Diego Acosta / Neide Ferreira