Algunas personas son más propensas que otras a la duda. Y nadie se puede considerar tan sólido y estable, como para no tener dudas.
Lo que evidentemente no se puede hacer es pasar el tiempo dudando!
Las dos mujeres que fueron el domingo de mañana a la tumba donde había sido sepultado Jesús tras su muerte en la cruz, NO esperaban que hubiera resucitado.
Ellas con amor y celo iban con los ungüentos necesarios para sepultos los restos del Hijo del Hombre. No se podía poner en entredicho su fe en el Señor…pero no habían creído sus palabras.
Habían dudado y por eso fueron con los ungüentos!
Por esta razón fue que los ángeles les preguntaron por qué iban a buscar entre los muertos al que Vive? Acaso ellas no habían escuchado el anuncio del propio Jesús que resucitaría?
Ese es el momento de la duda, cuando nuestra razón se impone sobre la fe, cuando lo racional es superior a nuestra creencia. Entonces dudamos…
Aquellas mujeres que habían escuchado a Jesús hablar sobre su muerte y Resurrección, se dejaron llevar más por sus sentimientos que por sus convicciones con relación a Jesús.
Por lo tanto recordando este episodio sobre la Gloriosa Resurrección del Señor, nunca dejemos que nuestra mente controle la poderosa vitalidad de nuestra fe.
Cuando las dudas lleguen hasta nuestros oídos, seamos capaces de apartarlas con decisión, para ser fieles y acabados hacedores de aquello que se nos ha dado por Mandato.
Que las dudas humanas no nos aparten de la Verdad!
Hechos 23:1-8
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira