Todas las palabras relacionadas con Jesús en su Ministerio Terrenal, están cargadas de una profunda significación.
Mucho más si pensamos que estaban dirigidas a quienes formaban parte de Israel y eran por lo tanto conocedores de la Torá y del Antiguo Testamento en su totalidad.
De allí que nos debe resultar altamente trascendente cuando Juan lo reconoció como el… Cordero de Dios.
El cordero tenía el valor para los judíos de haber sido el animal sacrificado en la Pascua, antes de abandonar la esclavitud en Egipto.
También les recordaba la profecía de Isaías y de que su cumplimiento estaba próximo. El profeta había anunciado que un Cordero sería sacrificado.
El cordero era el animal que desde los tiempos de Levítico los hebreos sacrificaban diariamente para la expiación de la culpa.
Era además el cordero humilde y manso, absolutamente común entre los hombres de aquellos tiempos y por lo tanto no tenía por su valor nada de especial.
Jesús asumiendo el significado de la ofrenda por expiación y del valor profético que tenía, fue llamado el Cordero de Dios.
ÉL encarnaba al supremo y último sacrificio que se haría a Dios por los pecados de todos los hombres y por Él serían perdonados para siempre.
Hagamos una pausa en este día para rememorar al Cordero, para que no sea una simple lectura que se hace de prisa y antes de emprender otras cosas que creemos importantes.
Hagamos Memoria de lo que Jesús anunció y luego cumplió, porque en ello radica el maravilloso e injustificado regalo de nuestra Salvación.
Y el Perdón de nuestros pecados!
Juan 1:29
Diego Acosta / Neide Ferreira