Diariamente me sorprendo por la incapacidad que tengo de aceptar una cuestión fundamental: Cada vez que digo…hago, debería decir: ÉL HACE!
Con este cambio de visión no tengo ninguna duda que mi vida cambiaría radicalmente, porque entonces sí que estaría obrando en el centro de su Voluntad.
La persistencia en atribuirme la capacidad de hacer, me hace perder de vista lo que es en realidad la Verdad absoluta en torno a este tema.
No es que yo haga…es el Eterno el que obra!
Haciendo Memoria de las enseñanzas bíblicas, siempre recuerdo el caso de David cuando se enfrentó a Goliat.
Era David un guerrero?
Era David un hombre capacitado para enfrentarse a soldados?
Era David un hombre preparado para semejante contienda?
Todas las respuestas son negativas. Pero sí hay algo que se concreta de manera afirmativa: David comprendió que si confiaba en el Todopoderoso, él podía asumir la lucha con el gigante filisteo.
Aplicando esa enseñanza, recuerdo como David se despojó de toda la indumentaria que usaban los soldados. Y volvió a lo suyo: A vestirse como lo que era, un pastor de ovejas.
Qué pasaría en mi vida si hiciera lo mismo?
Me olvidaría de todo lo que creo que soy y volvería a ser el que verdaderamente soy: Joven o mayor, hombre o mujer, que tiene que enfrentar la vida cada día.
Con qué fuerzas? Con qué respaldo?
Con la confianza que otorga el saber que Dios siempre cuidó de mí y ahora lo continuará haciendo, porque es justamente cuando más lo necesito.
Jehová se glorifica en nuestra debilidad!
2 Corintios 12:9
Diego Acosta / Neide Ferreira