Las dramáticas imágenes con las que se suelen acompañar las referencias a los niños que padecen el hanbre, se vieron reforzadas, si eso fuera posible, con una frase muy contundente.
Decía más o menos así: El hambre no se combate porque no afecta a los ricos!
Como siempre hacemos, contrastamos lo leído con la Palabra de Dios y los resultados son impresionantes. Es evidente que el hambre mata a miles de personas diariamente.
No es menos evidente que ese infortunio escandaloso cada vez nos afecta menos, porque el acostumbramiento nos lleva a la indiferencia.
La cruel referencia de la campaña a los ricos también es altamente expresiva. Son los ricos culpables de todos los males? Evidentemente no y no sería justo señalarlos como los únicos responsables.
Lo que sí resulta cierto es que debemos de actualizar ese aspecto de nuestra conciencia que nos impide recordar con la frecuencia debida, el drama del hambre, principalmente entre los niños.
Ellos son los más frágiles de la cadena humana y es por donde resulta más fácil su ruptura.
Cambiando nuestra postura de conformismo e indiferencia, habremos comenzado a luchar verdaderamente contra el flagelo.
Pero la Biblia nos habla de un hambre mayor: El hambre de escuchar la Palabra de Jehová. Y lo más grave es que cuando el Eterno envíe esa hambre a la tierra, no hallaremos su Palabra.
Guardémonos del hambre físico, ayudemos a quienes lo padecen y oremos por quienes son los responsables de tanta muerte y angustia.
Guardémonos más todavía de sufrir el hambre de la Palabra de Jehová. Si no podemos saciar ese hambre iremos camino de la segunda muerte!
Amós 8:11-12
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira