CONGREGACIÓN
SÉPTIMO MILENIO
Observando con algún detenimiento, podemos advertir como este tiempo se ha convertido en lo que siempre nos temimos: Un auténtico festival de emociones y compras.
Y a ese clima, de regalos y sonrisas forzadas, lo llamamos fiestas!
Pareciera que nos hubiéramos olvidado de lo importante, de lo trascendente y simplemente nos quedamos con lo superfluo, con lo estrictamente prescindible.
Y a eso le llamamos fiestas!
Por estas razones nos puede llegar a sorprender cuando vemos algún mensaje callejero que menciona a la Navidad. Y nos parece sorprendente y por qué no, hasta fuera de lugar.
Pensándolo bien, Jesús no precisa de nuestro reconocimiento o de nuestra memoria!
Ni siquiera que hagamos mención de su nacimiento, porque ÉL está por encima de la pequeñez y ruindad de los hombres, a los que vino a Salvar y a concederles el perdón por sus pecados.
De aquella humildad con la que impactó a los hombres y mujeres de su tiempo, nadie se acuerda y mucho menos lo toma como una referencia para sus vidas.
De aquella decisión Soberana del Padre de enviar a su Hijo para cumplir su plan de Salvación para la humanidad, casi nadie hace Memoria, porque estamos ocupados en los pequeños menesteres festivos de este tiempo.
Así es como nos fuimos alejando del espíritu con que el Padre cumplió con sus promesas de enviar un Salvador al mundo, que es completamente ajeno a la hipocresía mundana.
Con Jesús no hay lugar para la frivolidad ni para la hipocresía, tal y como podemos ver en estos días, en los que el falso-amor inunda al mundo de esa armonía que solo parece resolverse con compras y más compras.
Mientras tanto hay un niño que está más solo que nunca, en la humildad de su lugar de nacimiento, con el amor de su madre y el respeto de quién sería su padre terrenal.
Con humildad y temor y temblor, nos inclinamos ante la Majestad de ese niño que vino al mundo como Salvador y volverá muy pronto como Rey de reyes y Señor de señores.
Aunque muchos puedan ignorar a ese niño que está solo en su humildad, somos también muchos los que lo honramos dando gracias por su Amor.
Diego Acosta / Neide Ferreira