Este fue el primer rey de Judá que recibió el calificativo de recto ante los ojos de Jehová, tal y como lo había hecho David, su padre.
Colocó en la casa de Jehová lo que su padre había dedicado y él mismo también dedicó: oro, plata y alhajas.
Incluso depuso a su madre Maaca, por cuanto había hecho una imagen del dios Asera, que era considerado un ídolo sobrecogedor, horrible y repulsivo.
Esta acción es singularmente importante porque Maaca era la reina madre oficial y su vinculación con el dios Asera, le hizo perder la dignidad.
Asa también quitó a los sodomitas y a los ídolos que habían levantado sus predecesores.
Pero Asa, quizás por su tendencia a la tolerancia no completó su obra: No quitó los ídolos de los llamados lugares altos.
Si analizamos desde nuestra perspectiva personal, comprenderemos mejor al rey Asa: Cuántas veces dejamos incompletas nuestras buenas obras?
Seguramente muchas, como yo mismo lo declaro, por casi siempre la misma razón: La tolerancia que finalmente prevalece en nuestras actitudes.
No es que se desmerezcan nuestras buenas obras, pero sí quedan incompletas por causa de nuestra falta de firmeza a la hora de vencer nuestra natural tendencia a la tolerancia.
Si esto fue así en el pasado y sigue siéndolo en el presente, no es hora de que analicemos nuestras conductas sobre la tolerancia?
Muchas cuestiones muy graves se podrían haber evitado en nuestra vida personal y en nuestro comportamiento frente a quienes nos rodean, si hubiéramos sido menos proclives a la tolerancia.
Recordemos al rey Asa y aprendamos la lección de sus hechos!
1 Reyes 15:14
Diego Acosta / Neide Ferreira