EL RIESGO

Según pasan los años y me voy acercando a ese tiempo indefinible que es la vejez, me sigue preocupando no convertirme en piedra de tropiezo para nadie.

Quizás la forma más fácil de caer en esa situación, sea la de confiar en mi propia sabiduría, pensando que domino, lo que creo ningún hombre puede llegar a dominar.

El conocimiento de la Palabra de Dios supone no solamente años y años de estudios, sino también años y años de revelaciones.

Es decir: A todo lo que podamos haber aprendido, le debemos agregar lo que por Gracia podamos haber recibido para el discernimiento de los Tesoros ocultos de la Biblia.

Estos pensamientos se originan cuando advierto con cuánta ligereza, muchos hombres jóvenes se atribuyen un nivel de sabiduría, que seguramente en la vejez los avergonzaría.

El proceso debería ser al revés o al menos trato de aplicarlo en mi caso. Cuánto más conocimientos tengo, más aumenta mi certeza de que lo que ignoro es mucho mayor.

Es grave confundirnos. Pero más grave en confundir y enseñar erradamente al prójimo.

1 Pedro 2:8

ES – y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,

porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes;

a lo cual fueron también destinados.

PT – e uma pedra de tropeço e rocha de escândalo,

para aqueles que tropeçam na palavra, sendo desobedientes;

para o que também foram destinados.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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