Cuando la tempestad arrecia,
cuando más fuerte soplan los vientos,
cuando más incierto se torna el rumbo,
es cuando más debemos confiar.
En esto pienso desde hace muchos días por cuanto cuestiones personales y familiares, me llevan a reflexionar acerca de lo que somos, de lo que queremos ser y de lo que en realidad… somos.
Hay veces que resulta muy fácil hablar, pero cuando llega la hora de enfrentarnos a los hechos, ahí es cuando también nos enfrentamos a nuestras propias convicciones.
Declaramos: ÉL SABE TODAS LAS COSAS!
Pero de verdad lo creemos? No es una declaración más formal que cierta? No es que no sepamos que ÉL sabe todas las cosas.
Lo que nos ocurre que cuando tenemos dudas, lo primero que hacemos es mirar nuestras circunstancias y entonces se nos atribula el corazón pensando en lo que ocurre.
No en vano la Palabra de Dios nos advierte acerca de las dudas y de la confianza. Son cuestiones que se oponen en nuestra relación con el Eterno.
Si confiamos…por qué dudamos?
Difícil pregunta y con una respuesta más difícil todavía. En esto pensaba y es necesario que advirtamos a nuestra mente que verdaderamente confiamos en el Señor.
Nuestro raciocinio DEBE comprender que hay un orden sobrenatural que escapa a toda consideración humana y es en esa dimensión que nos debemos mover.
He pedido perdón por mis dudas y he vuelto a restaurar mi pacto con el Señor. Como ÉL SABE todas las cosas, también conoce lo pequeño que soy. Y la convicción que tengo que ÉL se glorifica en mi debilidad!
Salmos 94:22
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
