Los hombres repetimos a lo largo de la historia las mismas actitudes y lamentablemente con las mismas consecuencias.
Quienes creyeron en Cristo?
Muchos, pero hubo quienes antes de confesarlo públicamente consideraron los efectos que tendría esa decisión en su situación personal.
Manifestar que Jesús era el Mesías, podía ser la verdad interior pero no era la verdad que convenía expresar para mantener posiciones en la sinagoga.
Este era el drama personal de muchos judíos, que como expresó Isaías tenían sus ojos cegados y su corazón endurecido.
Esta situación de elegir lo que más nos conviene desde la visión humana se opone frontalmente a la decisión de seguir a Jesús, declarándolo nuestro Señor y Salvador.
Por qué dudamos?
Seguramente por causa de cómo nos consideramos nosotros mismos, la importancia que nos concedemos y por todo lo que podemos llegar a perder frente a la consideración de los hombres.
Es un dilema es tan viejo como la especie, siempre valoramos nuestra conveniencia pero desde la perspectiva de las otras personas.
Este funesto criterio es el que nos aparta del Señor, el que nos lleva a vivir como los demás quieren que vivamos, sin considerar las consecuencias.
Muchas veces ocurre que viviendo como los demás quieren, corremos el grave riesgo de que esas mismas personas nos critiquen por nuestra falta de personalidad o de acomodarnos a las circunstancias.
Con Jesús no existe ninguna otra ELECCIÓN que la de definirnos. Si deseamos ser tibios, podemos hacerlo, solamente que debemos recordar que nos apartaremos definitivamente de su Misericordia.
Juan 13:44-46
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira