EN VANO EDIFICA…

A lo largo de la historia de la humanidad y por qué no a lo largo de nuestra historia personal, se pueden recoger una impresionante cantidad de testimonios de hombres y mujeres que trabajaron hasta el límite de sus fuerzas.

Personas que como nosotros, trabajaron más allá del sol a sol, para lograr objetivos que siendo importantes nunca fueron lo suficientemente trascendentes para sus vidas.

Con ese propósito fueron abandonados sueños y esperanzas, postergados por el afán de transformar en hechos lo que creemos que es importante, sin considerar nunca su verdadera dimensión.

Lo más triste de las personas que nos afanamos en el trabajo, es que cuando advertimos que hasta hemos dejado de lado o casi abandonados a nuestros hijos, entonces ya es demasiado tarde.
Advertiremos que nos hemos privados de los maravillosos momentos que nos ha preparado el Señor con nuestra familia, afanados como estamos en ser hacedores.

Cuando volvemos la vista atrás nos damos cuenta que el pasado es irredimible y que pagamos un alto precio por cosas que finalmente carecen de valor y lo que es peor, de sentido.

Hagamos lo que tengamos que hacer pero siempre sabiendo que lo que hacemos, es lo que quiere el Señor que hagamos. No nos convirtamos en máquinas hacedoras de cosas vacías de sustancia.

Salmos 39:6
Diego Acosta García

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