La Biblia establece como uno de sus mandatos, la obligación de enseñar, primeramente a nuestros hijos para que sean fieles al Señor toda su vida.
De tanto usar esta palabra, enseñar, la hemos devaluado del verdadero sentido que tiene y de la profundidad de su significado.
Incluso, porque hay muchas formas de enseñar, aunque todas ellas tienen el mismo fin: Fortalecer la fe de las generaciones futuras!
Recuerdo que cuando era niño tanto mi padre como mi madre, nos enseñaban a mi hermano y a mí, una serie de pequeñas normas que nos acompañaron por el resto de nuestras vidas.
Esas normas estuvieron siempre presentes en mi existencia y muchas veces me incomodaron cuando por las circunstancias, tuve la osadía de apartarme de ellas.
Teniendo en cuenta que estoy hablando de personas que vivían con normas, pero en el mundo, el cambio que se produjo cuando acepté al Señor fue tan grande como maravilloso.
Advertí que muchas de las normas que me enseñaron mis padres, sin saberlo, tenían una cierta correspondencia con lo que nos manda la Palabra de Dios.
Y esto representó una gran alegría para mí, porque comprendí que aún en su ignorancia de las cosas del Todopoderoso, mis padres vivieron según algunos de sus mandatos.
Enseñar es una cuestión fundamental para dar sentido a la vida de las personas que tienen avidez por conocer al Eterno, pero no saben cómo llegar a ÉL.
Alenténemos los unos a los otros para no desfallecer en la gran tarea de ENSEÑAR a nuestros hijos, a nuestros nietos, el glorioso mensaje de la Salvación.
Una vida que rescatemos, merece cualquier esfuerzo!
Enseñemos!
Deuteronomio 11:18-20
Diego Acosta
Música Neide Ferreira